On the Road... o lo que es lo mismo... Animo Pablo!!!

Hace ya casi un año el sueño me venció en la carretera, en dirección al norte del país, pedí a alguien mas que manejara mientras pensaba en todo el alcohol que me había bebido, ya que era la única explicación que encontraba a sentir una resaca tan fuerte por ahí del medio día. El sol brillaba con una intensidad que además de deslumbrar me chingaba como las risas estridentes de las otras tres personas que iban en la cabina de la camioneta. Aun no estaba decidido cual seria el destino final de aquel intempestivo viaje que pareciera tan buena idea en la madrugada y bañados en alcohol. A decir verdad desde el momento en el que comenzó mi resaca me fue imposible alterar mis sentidos una vez mas, de inmediato sentí que algo estaba a punto de pasar, algo no precisamente malo, si no mas bien algo natural, algo inevitable, algo que he pasado a lo largo de mi vida adulta posponiendo.
Llegamos a donde las miradas siempre se estancan en lo extraño, en lo fuera de lugar, en lo no común, donde es imposible pasar desapercibido y los niños se secretean, señalan y murmuran, para después permanecer en el asombro, esbozar una sonrisa o romper en carcajadas.
Después de que se han hecho las presentaciones pertinentes nos disponemos todos a comer “aunque sea frijoles y tortillas, pero ahorita comen”, acto seguido nos vamos a recostar para posteriormente salir a escoger uno de los dos bares en los donde beber. Estamos metidos en la camioneta manejando en círculos en calles con alumbrado escaso y terminamos comprando cerveza caliente para después beberlas en un paraje a las afueras del pueblo, el tiempo transcurre entre historias de los Zetas, de los que se quedan en el pueblo y de todos los que se han ido a trabajar al otro lado. Yo me quedo metido en la camioneta y bajo el vidrio para platicar con los demás, me hago acompañar de una sola cerveza en toda la noche.
La mañana siguiente salimos a desayunar y caminamos hasta una de las calles principales, pasamos por el kiosco y las tiendas locales, los puestos ambulantes de panes de dulce y gorditas, las miradas curiosas nos siguen todo el camino, todo el tiempo.
No recuerdo la razón, pero terminamos dentro de la camioneta, hablando de todo aquello que nunca hablamos en serio y nos las arreglamos para hacer una o dos bromas y así aligerar la platica, el sol se mete por los vidrios y se hace evidente la necesidad de darnos un baño; aun así seguimos con la platica y es entonces que caigo en cuenta de lo que pasa, de lo que se viene, hay planes de boda, planes para vivir con la pareja y sugerencias de paternidad. Si me preguntan a mi, diría: chale huele a puto!, pero no en realidad, me huele a eso, a REALIDAD, a la necesidad de cumplir con roles propios de la edad o a una necesidad natural por compartir con alguien mas esa pequeña parte de la intimidad que nos sobra y que estamos dispuestos a compartir. También tengo que decir que en todo este intercambio de ideas percibo resignación, al asumir los nuevos roles, las nuevas etapas y también al asumir que todo tiene ciclos y que es tiempo de moverse en otra dirección.
así a la mañana siguiente y con una amenaza la noche previa de que habría de salir temprano, nos montamos unos en la caja y yo detrás del volante, para manejar una vez mas a gran velocidad sin alcohol en mi cuerpo y con cruda moral, suena en el estereo 1 disco entero de Rubén Blades y canto las canciones tan fuerte como puedo, con ganas de que al menos una lagrima se escurra de mis ojos, sin embargo no lo consigo, y aun así solo me detienen las casetas y las dos paradas para poner gasolina y otro par para orinar.
Son las 7 de la noche y estoy en el distrito federal, la ciudad se ha ido a la mierda, yo también me fui…
Pero una vez mas regrese!!!